La historia del café en Venezuela se remonta alrededor de 1730, cuando los misioneros capuchinos trajeron las semillas desde Brasil. A partir de ese momento, el café se extendió por todo el territorio, desde el oriente hacia el occidente.
En Caracas se sembró por primera vez en 1783-84 y se tomó la primera taza en 1786 en la hacienda Blandin, que hoy en día es la Castellana y el Country Club. La hacienda de Bartolomé Blandin, que data de 1929, es hoy en día la casa del Country Club.
Después, el cultivo del café se expandió a los valles de Aragua, donde en algún momento desplazó a los cultivos de cacao. Luego se propagó a los Andes por Trujillo, Mérida y Táchira, y finalmente entró en Colombia por Cúcuta.
El cultivo del café se convirtió en un gran dinamizador de la economía y contribuyó al establecimiento de centros urbanos, carreteras y puertos, como el puerto de Maracaibo.
Uno de los asentamientos más importantes fue Santa Cruz de Mora, en Mérida, donde Calogero Paparoni estableció la Hacienda La Victoria como un gran centro de beneficio. Desde allí, el café y el cacao se enviaban al puerto de Maracaibo.
La cúspide de la exportación del café ocurrió en 1919, cuando Venezuela ya se encontraba entre los 3 principales productores de café a nivel mundial, siendo Alemania/Europa uno de los principales importadores.
A pesar de la reducción en las exportaciones, las tostadoras venezolanas seguían usando las variedades más preciadas en blends como Typica, Caturra y Bourbon, gracias también a un creciente poder adquisitivo que creó una cultura de buen café en Venezuela.
Después de la década de 1950, la industria del petróleo empezó a cobrar relevancia, desplazando la mano de obra hacia ese rubro y hacia las grandes ciudades. Aunque se redujeron las exportaciones, ciertas iniciativas particulares fueron exitosas hacia lo que sería el comienzo de los cafés de calidad.
Caracas Blue, Cooperativa Quebrada Azul, Cooperativa Grano de Oro, Hacienda Carabobo, entre otros, son algunos pocos ejemplos de amigos que iniciaron el camino hacia la calidad.
Hacia 2005-2009, con las regulaciones de precios, regulación de las exportaciones y expropiaciones, el café venezolano desapareció definitivamente del panorama internacional. El poco café de calidad que se mantuvo cruzaba la frontera hacia Colombia por vías no convencionales.
Hoy en día, no existe un perfil definido de taza de café venezolano, pero un creciente grupo de nuevos emprendedores, con iniciativas individuales e institucionales, ha persistido estoicamente a las circunstancias que hoy en día favorecen un redescubrimiento del café venezolano.
La necesidad de apertura de la economía, un período prolongado de precios altos, iniciativas institucionales como la Asociación de Cafés Especiales que promovió el cambio de la norma covenin y nuevos grupos con capacidad de exportar han permitido este nuevo renacimiento del café venezolano. En resumen, la historia del café venezolano es larga y compleja, pero su aroma y sabor siguen siendo incomparables.